jueves, 18 de octubre de 2007

Memoria

Entre los 15 y los 20 años se descubre el mundo y se toman algunas de las decisiones más importantes de nuestra vida.

A esa edad me decanté por el agnosticismo y luego por el ateísmo.

A esa edad decidí ser como soy, asumí que no gustaba a los demás y aprendí a que no me importase.

A esa edad descubrí que soy de ciencias, que mi cabeza intenta verle la parte racional a todo y que a veces eso no sirve para nada.

A esa edad descubrí de verdad la historia, la del resto de los europeos y la nuestra, la española. A esa edad decidí que nunca pisaría el Valle de los Caídos porque no era el valle de los caídos, era el valle de los victoriosos y los pisoteados. A esa edad me enteré de quién y cómo había construido ese lugar y sentí tanto odio y vergüenza que me prometí no ir jamás.

Cada 20 de noviembre esa idea se afianzaba en mi cabeza. Cada 20 de noviembre veía en la televisión los homenajes que allí se realizaban, los gritos, las banderas, los brazos en alto, las flores, las misas, las perlas...

En mi familia, como en casi todas, hay de todo. A mis dos abuelos les tocó ponerse el uniforme de bando franquista. Uno de ellos murió mucho antes de que yo naciese así que no sé nada de sus ideas. El otro era simpatizante socialista pero a la vez se sentía orgulloso de haber ganado la guerra, y a la vez se negaba a ir a la capital de su provincia a alzar el brazo cuando iba el caudillo a visitarles, y a la vez tenía que ir. Tenía que ir. Todos, quisieran o no, tenían que ir. Mi padre me cuenta que conoció esa ciudad aquel día y que hasta que no fue adulto no volvió. Es lo que tenía ser un agricultor pobre en la España rural de los años 40.

En mi familia, como en casi todas, hay de todo. Dicen que por fin en el Valle de los Caídos también. Dicen que por fin va a estar dedicado a todos los caídos. Quizá entonces vaya a verlo sin sentir que traiciono a aquella chica adolescente que tomó las decisiones más importantes de su vida.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay muchos sitios que deberiamos no visitar e incluso desaparecer de la faz de la tierra pero...
Creo que en muchas familias se dió esa dualidad e incluso sirvió para salvar más de una vida

amelche dijo...

En mi familia cada abuelo luchó en un bando y no por convicción política, sino porque a cada uno les pilló en una zona. En fin, a ver qué pasa al final.

TORO SALVAJE dijo...

Todavía estamos así.

Este país necesita una derecha europea y no de las cavernas. Toda la derecha europea ha condenado el franquismo excepto la española, veánse las declaraciones del diputado europeo Mayor Oreja.

También una iglesia moderna y no fascista como la de la conferencia episcopal, con la cope y demás.

Y no soy religioso, pero con los años detecto los sinvergüenzas con extrema precisión.

Este país necesita jueces y magistrados imparciales y honrados, no momias vetustas al servicio de los partidos políticos.

Este país necesita de todo todavía.

Sobre todo cultura, cultura, cultura, somos un país atrasadísimo en cultura, en educación, en respeto, y en esas circunstancias los fascistas siempre triunfan.

Un beso.

dsdmona dijo...

Sea de quien sea y digan lo que digan las leyes nunca pisaré ese sitio, dueño del dolor de mucho y orgullos de otros tantos. Siempre estará hecho con la sangre y el sudor de muchos que no pudieron elegir. Mis abuelos lucharon por lo que creían y les costó internamiento en campos de concentración, eran los perdedores pero al menos conservaron la vida...

d.

xnem dijo...

El día que comprendas que no hay ninguna división entre ciencias y letras te sentirás muy aliviada. Te recomendé un libro que lo expone con claridad, creo que al final te lo tendré que regalar. Lo de intentar ver la “parte racional” a las cosas puede ser simplemente “cabezonería baturra”.

Nunca fui al “Valle”, lo he visto desde la carretera muchas veces, -yo vi una cruz y una montaña- pero si pienso ir, creo que hay lugares donde hay que ir, aunque sea para rendir homenaje a los que allí murieron y dejaron su sudor en la construcción, como El Escorial, El Museo del Prado o los campos de concentración.

MeTis dijo...

yo he estado dos veces, pero no a rendir culto a nadie, sino porfque un sitio donde senti mucha paz la primera vez y me prometi volver. solo por eso. Eso si, pisotee ambas tumbas cuando estuve.

besos