viernes, 23 de marzo de 2012

Morir todavía


—¿Alguna vez has pasado toda la noche sin dormir por el miedo a morirte? 



1. Le toqué el vientre y noté los latidos de mi corazón entre las yemas y su piel.

2. Recuerdo una vez que intenté contar sus latidos con mis dedos pero no supe.

3. El ventrículo izquierdo es enorme y la fuerza con la que se contraen sus fibras musculares, inmensa. Pero puede pararse cualquier día, a cualquier hora, en cualquier minuto.

4. El día que lo entendí, con 15 años, no pude dormir por miedo a cerrar los ojos y no volver a abrirlos. Después de ese día, decidí olvidarlo.

5. Nadie puede vivir sabiéndolo, así  que decidimos hacer como si no pudiese ocurrir, como si esa hipoteca que firmamos, las vacaciones que contratamos, ese "te veo la semana que viene" fueran promesas irrompibles. Pero puede que la semana que viene no te veas y todo se quede a medias.


Creo que ya hablé de algo parecido hace tiempo... Un mal día.




Por cierto, ya no estoy oficialmente loca, aunque a veces mi cabeza hile los pensamientos de esta manera en mitad de la noche y sin venir a cuento. 

viernes, 2 de marzo de 2012

La ley seca

No hay mejor manera de potenciar el consumo de cualquier producto que la escasez.

Desde hace una semana estoy viendo la serie Boardwalk Empire. Legalmente descargada, por supuesto. La serie se sitúa en Atlantic City, más o menos en 1919, y en el primer capítulo entra en vigor la famosa ley seca. Entre los personajes reales que aparecen están Al Capone o Lucky Luciano. Durante los siguientes 14 años, el estado gastó una enorme cantidad de recursos económicos y personales, que incluso supusieron la pérdida de vidas, en perseguir un negocio que, hasta que lo ilegalizaron, generaba ingresos vía impuestos. ¿Para qué? ¿Acaso se logró que desapareciese la demanda de alcohol al prohibir la oferta?

Ahora mismo los estados están gastando recursos económicos y personales, sin pérdida de vidas esta vez, intentando hacer lo mismo: eliminar la demanda prohibiendo la oferta.

Me gusta ver ficción, me encanta ver ficción, pero tengo un pequeño problema: no me gusta trasnochar. Suelo ver cada día uno o dos capítulos de cualquier serie entre las 4 y las 6 de la tarde. A esa hora en la televisión puedo ver Sálvame pero, aunque me guste la ficción, me gusta bien hecha. ¿Qué opciones tengo? Sólo una: descargar legalmente lo que deseo ver. Y subrayo legalmente no porque no sea legal, sino precisamente para remarcar que lo es. ¿Que no pago por hacerlo? Pues no, no pago. Al menos nada más que la conexión a Internet. ¿Acaso podría?

Realmente no lo entiendo. Tienen la demanda y tienen el producto, sólo necesitan hacer la oferta.

¿Por qué pagaría por lo que puedo tener gratis? Por ejemplo pagaría para no tener que descargar durante horas capítulos que veré una vez y borraré; para no tener que borrar otros sin llegar a verlos porque son el capítulo equivocado, tienen errores o el sonido está mal sincronizado con la imagen; para no tener que cerrar un montón de publicidad de pornografía; para que la calidad de la imagen y los subtítulos sea alta i uniforme... Por todo eso pagaría. Porque todo eso se come mi tiempo y, como cualquier hombre de negocios sabe, el tiempo es dinero. Dame tiempo y te daré dinero.