Educación

¿Hasta qué punto nos podemos librar de la educación recibida?

Hace unos días una amiga, que es creyente, me dijo a mí, que soy atea: "Debes quitarte de encima el sentimiento de culpa judeocristiano".

Pero, ¿cómo?

Como digo arriba, bajo el título del blog, soy pura contradicción. Y mi educación también lo fue.

Mi madre me educó para ser libre, independiente de todo y de todos. Para no tener que responder de mis actos ante nadie. Para resolver mis problemas sola. Para no pedir ayuda, porque yo puedo con todo.

Mi padre me educó en la obediencia. En mantener siempre las formas. En que nadie tenga nada malo que decir de mí. En no salirme nunca de las normas, de la media. En que los problemas se quedan en casa.

Y ahora, ¿qué hago?
Esas dos ideas chocan en mi cabeza formando una auténtica torre de Babel.

Nunca pido ayuda, no porque yo sola resuelva mis problemas, sino porque no debo enseñarlos. No debo mostrarme débil.

Siempre hago lo que quiero, soy independiente, pero una palabra de mis padres me bloquea. Me impide hacerlo. O si lo hago llega el sentimiento de culpa porque soy mala.

A la vez soy libre y esclava.

¿Tengo que elegir?
¿O existe algo entre esos dos extremos?