miércoles, 25 de febrero de 2009

Una habitación ajena, por Alicia Giménez Barlett


Una habitación propia. Una habitación ajena.

Una habitación propia con cerrojo y quinientas libras al año. Esto es lo que, en 1928, pensaba Virginia Woolf que necesitan las mujeres para poder escribir buenas novelas. Por eso Nelly no pudo escribir una buena novela, sólo un diario. Nelly vivió en una habitación ajena.


Nelly fue la criada de Virginia durante 18 años, de 1916 a 1934. Mientras sirvió en su casa, Nelly escribió un diario, en ninguna otra época de su vida lo hizo. Virginia, sin saberlo, provocó eso. Nelly se sentía especial al servir a una familia del mundo de la cultura, pero más adelante sufrió ese sentimiento. Dejó de ser una criada al uso, aprendió a pensar, y eso no está bien en una criada.

Su habitación era parte de su sueldo, por eso expulsó de ella a Virginia en una ocasión. Y Virginia no lo entendió. Eso y muchas otras cosas.


Mientras nos muestra la vida de Nelly, el libro también nos enseña las contradicciones que había entre la vida y la manera de pensar de Virginia. Su feminismo, pero no para el servicio, sus ganas de independencia y autosuficiencia y a la vez su incapacidad para prescindir de las criadas. Como todos en su época las trataba como a una propiedad. Virginia no era diferente al resto de los ingleses. ¿Lo sabía? Creo que no.

La autora del libro (no Nelly sino Alicia Giménez Barlett) va alternando episodios copiados del diario de Nelly, otros los novela, añade pequeños fragmentos del diario de la propia Virginia cuando lo considera necesario e incluso a veces escribe sus opiniones en primera persona. Una mezcla de fragmentos perfectamente encajados en un libro interesante que muestra a una Virginia Woolf humana, y equivocada a nuestros ojos. Pero nosotros no vivimos en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX.

Y Nelly, la increíble Nelly, con su capacidad de dejar de sentir la adoración por Virginia del principio nos la descubre y se descubre a ella misma. Fue una adelantada a su tiempo. Ella sí.

Las mujeres de las clases altas empezaron en el siglo XIX a querer independencia; pedían el voto, poder heredar, comprar propiedades o tener ingresos propios. Las mujeres como Nelly esperaron a después de la Segunda Guerra Mundial para hacerlo. Ella reclamó su independencia, su habitación, ante "su dueña" mucho antes. ¿Ganó?

María me preguntó si merecía la pena comprar este libro. Yo lo tomé prestado de la biblioteca y ahora lo quiero comprar, y también "Las horas". Tengo ganas de leer más sobre esa relación, aunque sea a través de una novela.

7 comentarios:

MeTis dijo...

compre no hace mucho "una habitacion propia" pero todavia este pendiente (el de escrito sobre el cuerpo ya esta mas que leido).

quizas nelly fuera una de esas personas que luchara por la independencia activamente pero puede ser gracias a que virginia les abrio los ojos y las hiciera reaccionar no?

un beso.

María dijo...

Pues parece que sí que estaba bien.
Tendré que sacarlo de la biblio, porque la semana pasada me gasté en libros todo lo que había ganado en dos semanas de clases particulares :S pero parece que pinta bien.
Leíste Mrs Dalloway? Te dejaría el mío si no se estuviera cayendo a pedazos.

xnem dijo...

Esto que dices corrobora muchas de mis dudas frente a muchas cosas y potencia mi sentimiento de clase. Algo que es muy fácil observar entre nuestros adolescentes y los que han llegado de otros continentes por emigración o adopción. Unos tienen en sus manos el control económico de sus vidas, pueden acceder al instituto o a la universidad pero no tienen ganas. Otros en cambio luchan duramente por el día a día y un futuro mejor de sus familias, que al final será en cierta manera un bien común general.

Es muy sencillo ser un adelantado en tus relaciones intimas, o en ser la mas atrevida disfrazándose de cuadro de Gauguin para una fiesta, pero los detalles del día a día son los que cuentan.

Hace poco que he empezado a hacer colaboraciones laborales con una institución barcelonesa, un lugar bastante serio y oficial, el primer día que me crucé con la señora de la limpieza y le dije buenos días, se puso muy contenta, no se de que país procede pero seguro de centro América, pensé a que se podía deber la inesperada alegría y luego me di cuenta, el personal del centro pasa por su lado sin verla.

TORO SALVAJE dijo...

Me gustan esas ganas que te noto, aunque sean de comprar un par de libros.

Te siento muy viva.

Besos.

amelche dijo...

Tiene buena pinta, a ver si me lo compro.

xnem dijo...

En 1928 nació mi papá, el domingo celebramos su 81 cumpleaños. Creo que no ha leído un libro en su vida, tampoco parece que se haya tenido tiempo de aburrirse. Lo lleva bien.

Aunque creo recordar que yo ya había comentado aquí. También ando muy ocupado ya ve. Efectivamente.

Eduardo Quiroga dijo...

Me ha gustado la entrada. Y el blog tiene muy buena pinta.

Un saludo