—¿Alguna vez has pasado toda la noche sin dormir por el miedo a morirte?
1. Le toqué el vientre y noté los latidos de mi corazón entre las yemas y su piel.
2. Recuerdo una vez que intenté contar sus latidos con mis dedos pero no supe.
3. El ventrículo izquierdo es enorme y la fuerza con la que se contraen sus fibras musculares, inmensa. Pero puede pararse cualquier día, a cualquier hora, en cualquier minuto.
4. El día que lo entendí, con 15 años, no pude dormir por miedo a cerrar los ojos y no volver a abrirlos. Después de ese día, decidí olvidarlo.
5. Nadie puede vivir sabiéndolo, así que decidimos hacer como si no pudiese ocurrir, como si esa hipoteca que firmamos, las vacaciones que contratamos, ese "te veo la semana que viene" fueran promesas irrompibles. Pero puede que la semana que viene no te veas y todo se quede a medias.
Creo que ya hablé de algo parecido hace tiempo... Un mal día.
Por cierto, ya no estoy oficialmente loca, aunque a veces mi cabeza hile los pensamientos de esta manera en mitad de la noche y sin venir a cuento.